LA DEMOCRACIA, ESA FICCIÓN MÁS GRANDE QUE LAS RELIGIONES I PARTE

El homo sapiens sapiens es el único animal sobre la tierra que nace con una desesperación inexplicable e inclasificable, como si el hambre no sólo se hiciera dueño de su estómago y su extraña anatomía sino de todo su ser.
Precisamente es el ser la pesada carga de nuestra existencia y para poder sobrellevar esa maldición requiere siempre de la invención desesperada de ficciones que según avanzó la historia, ese viaje directo y sin escalas hacia la nada, se hicieron más sofisticadas más difíciles de explicar y sostener confundiéndose con ideas impracticables de un mundo mejor y el confort para todos los habitantes humanos de este planeta que flota abandonado en algún rincón de esta galaxia que tuvimos la osadía ficcional y ególatra de llamar vía láctea.
A parte de las religiones, esas gigantescas ficciones que el humano creó para explicar su casual e inexplicable presencia en el universo, llegando incluso a declararse hijo del imaginado creador, el homo sapiens sapiens o en realidad un grupo de ellos los que tenían o querían reclamar el poder, el verdadero y único protagonista de la historia, crearon ficciones de las más disparatadas para conseguir subirse en lomos del poder y ser protagonistas secundarios de la historia y dueños de la violencia. Fueron unos terratenientes ricos y dueños de muchos seres humanos, descendientes de protestantes anglosajones en Norteamérica los que dieron forma a una ficción que podríamos llamar «democracia moderna», toda ficción siempre está acompañada de exageradas mentiras escritas en sus actas de nacimiento o libros sagrados en este caso la declaración de independencia de los EEUU que habla de libertad y búsqueda de la felicidad de los seres humanos por derecho divino e inalienable, aunque claro en ese momento en el que se redactaba ese histórico documento esos terratenientes ricos tenían a africanos trabajando hasta la muerte en sus campos de algodón y mandaron a mucho jóvenes a una muerte segura para mediante la violencia hacerse del poder, los únicos que sangraron y se congelaron durante los largos años de «guerra de independencia» fueron los que no pertenecían a la clase social o económica de los terratenientes y estaban lejos de acariciar el poder y para llegar a la prosperidad y el confort que tenían Thomas Jefferson o Benjamin Franklin tuvieron que seguir sacrificando a un miembro de la familia para arrebatar prosperidad a otros pueblo del mundo en incontables e incontenibles guerras siempre usando la ficción democrática para justificar la creación de un nuevo imperio.
No nos adelantemos sólo podemos decir que los imperios siempre usan una ficción para poder desatar toda la violencia posible contra otros pueblos y otros seres humanos sobre todo desde el desarrollo y la sofisticación filosófica, los imperios antiguos eran tal vez más sinceros menos cínicos no justificaban su violencia con una ficción sólo querían extender sus territorios en la búsqueda de recursos inagotables que sostengan al verdadero protagonista de la historia EL PODER, todo intento de demostrar la existencia y la posibilidad de una sociedad democrática es ficcional y llega a ser absurda, nuestro gregarismo eterno jamás lo permitirá menos aún nuestra infinita adicción a las ficciones, juntos asistiremos al cadalso para dejar caer la hoja de la guillotina sobre un cuello en nombre de los derechos del hombre y del ciudadano.